Por motivos profesionales me toca viajar bastante y os confieso que cuando subo a un avión y me toca ventanilla llega mi momento de paz. Mi mirada se queda fija en lo que veo durante los despegues y los aterrizajes, todo aquello que era caos, todo aquello que antes de subir veía incompleto cuando estoy en el aire y lo veo en perspectiva se convierte en orden, se convierte en una visión clara de cómo están ordenadas y organizadas las cosas. No hablo de un orden geométrico, hablo de tener la perspectiva de ver desde la altura que te da un avión como están dispuestas las cosas, donde empiezan y donde acaban, que tamaño tienen.
Y uso esta pequeña historia para representar el momento que estamos viviendo actualmente. La Inteligencia artificial la podríamos definir como una gran ola tecnológica, más bien como una gran ola tecnológica turbulenta donde perspectiva que nos confiere la visión desde un avión a 10.000 metros puede ayudarnos.
Pero vayamos por partes…
La tecnología es aquello que aparece después que nosotros hayamos nacido, es decir, la aplicación de conocimiento científico para producir herramientas o resultados. Para mí una pantalla interactiva es tecnología (todavía me pasa que no las toco de primeras para saber si son o no interactivas), pero para mi hijo eso ya no es tecnología, estaba cuando él empezó a interaccionar con el mundo y a desarrollar su consciencia.
A la tecnología le sumamos el concepto de ola, es decir, una o varias tecnologías que confluyen en el mismo tiempo para producir cambios que, además tienen profundas implicaciones sociales.
Y si lo pensáis, la humanidad evoluciona gracias a estas olas. Una de las primeras olas tecnológicas fue el fuego, hasta entonces los humanos pasaban gran parte del día masticando alimentos crudos. Gracias al fuego redujeron el tiempo y la fuerza dedicada a masticar, con los años su mandíbula re redujo y el espacio que liberó en la cabeza pudo ocuparlo el cerebro que poco a poco se hizo más grande.
Podemos seguir pensando en olas bajo esta mirada, la invención de la rueda, siglos más tarde el vapor o la electricidad. Estas olas permiten que estas tecnologías se propaguen de forma masiva y su adopción provoca innovación, provoca el desarrollo de nuevos productos y la aparición de comportamientos sociales y organizativos nuevos. La rueda cambia el concepto de la movilidad, el vapor permite mecanizar fábricas y cambia los modelos organizativos laborales y la electricidad modifica nuestra forma de vivir, nuestros hábitos.
Y se trata de olas turbulentas porque no suceden de forma exacta cada x años, porque a veces se cruzan, a veces unas han arrancado y son superadas por otras olas que, al unirse, multiplican su tamaño. Pensad en los últimos 200 años cuantas olas tecnológicas podríamos contar (vapor, electricidad, micro informática, internet…) mientas que en los miles de años anteriores quizás necesitáramos bastante más tiempo para generar un número tan grande.
Veis por donde voy, ¿verdad?
Ahora si, juntemos OLA+TECNOLOGIA+TURBULENTA+VENTANILLA DE AVIÓN…
El resultado es una visión de la Inteligencia artificial a vista de pájaro donde podemos empezar a dibujar con bastante claridad lo que es y lo que puede ser.
Vivimos en plena ola tecnológica donde están convergiendo varias tecnologías (internet, conectividad, super computación, data e IA) que impulsan cambios turbulentos (no son ordenados, ni secuenciales, ni -seguramente- racionales) y que provocan una explosión de innovación con la generación de servicios, productos, modelos de relación en todos los ámbitos (en todas partes puedes ver y oír hablar de IA)
Pero sigamos subiendo con nuestro avión y tratemos de buscar una visión más privilegiada, según Mustafa Suleyman en su libro “La ola que viene”, “lo irónico de estas tecnologías es que en poco tiempo se vuelven invisibles y las damos por sentadas” (piénsalo… ¿cuántas empresas conoces que puedan competir sin electricidad, sin microinformática o sin conectividad). Esto nos lleva a empezar a pensar que la IA, la ola que estamos viviendo, está a un paso de convertir a esta tecnología en una comodity, en una funcionalidad que cualquier producto, servicio o innovación debe llevar incorporada. Seguramente la ventaja competitiva que hoy implica usar la IA se difuminará rápidamente, y la ventaja la generará la capacidad de poder desarrollar un producto o servicio con la IA incorporada y que aporte valor en un determinado sector o área de actividad.
Pero hay más, si seguimos explorando las consecuencias de las olas tecnológicas anteriores encontraremos otro patrón. Por ejemplo, según Roser y Ritchie es su estudio “Price of books: productivity in book prodcution”, la ola provocada por la introducción de la imprenta en el siglo XV provocó que el precio de un libro cayera un 340% provocando que creciera su implantación y por lo tanto su demanda (lo mismo que consiguió Henry Ford cuando creo el sistema de producción en línea del vehículo). Así que con más tecnologías y su coste bajando, aparecerán nuevas tecnologías derivadas y más baratas (¿puedes pensar en todas las tecnologías aparecidas a partir de la ola generada por el automóvil?).
¿Entonces porque necesito subirme a un avión para ver este tan claro? Porque si les pudiéramos preguntar a los que han vivido estas olas tecnológicas turbulentas seguramente nos dirían que no lo tenían tan claro (Nick Carr publicó en The Guardian en 2008 un artículo en el que recogía las declaración que aparentemente realizó el que fuera presidente de IBM en los años 40, TJ Watson, quien especuló que el mercado para los ordenadores en el mundo sería de 5 unidades).
Las olas cuando arrancan (eso dice la física) no se detienen hasta que llegan a un espacio en el que ya no tienen más recorrido… y después viene otra. Así que parece probable que la Ola que provoca la IA no se va a parar, y si vemos como se han comportado las previas, seguramente ganará velocidad y alcance. Lo que sucede es que quizás necesitamos elevar la mirada, buscar la perspectiva que todavía no tenemos (recordar que todavía no se ha cumplido 1 año del nacimiento de ChatGPT) y asumir que se va a convertir (o ya lo está haciendo) en una parte indisociable de la especie humana y de nuestros modelos de relación.
Y, como siempre, Seguimos!